miércoles, 12 de febrero de 2014

¡Ay, la vida!

La vida es una eterna paradoja.
Un hombre muere y a mí me da por volver a escribir.
Un cantautor inmenso, a quien tuve la oportunidad de conocer en persona, se va de este mundo por la puerta ancha, y yo me remuevo en mis raíces como si hubiera acabado de escuchar todas sus canciones juntas. Y aunque así no ha sido, ellas, las canciones, retumban en mi cabeza como un eco lejano, devolviéndome a mí misma hace más de una década: ingenua, confundida, bella, dispuesta a comerme el mundo o a arreglarlo, creyéndome escritora, poetisa, al menos intentándolo. ¡Qué ternura!
Es lo que tiene el arte, que llega a conmoverte cuando menos te lo esperas; que te enseña lecciones sin querer; que es, como la muerte, implacable. Como la muerte que se ha llevado a Santi -que-en-paz-descanse- y siga siendo en la muerte tan artista y jodedor como lo fue en su vida, en su intensa vida, ¡ay, la vida!


martes, 17 de julio de 2012

Nubes


Ver pasar las nubes blancas y acomodar la vista en ellas, como única cosa importante. Recrearse en su aspecto acolchado, en su diversidad de formas y tamaños, imaginarse leve y dejarse caer sobre un cúmulo de algodón...
Si todo fuera de este blanco impoluto y el espíritu sonriese con la frescura del niño que juega... Pero sí, algo de niño queda; la prueba está en el modo como penetra en el alma la blancura de las nubes, llevándose lo turbio del pasado, impidiendo estar triste, pese a todo.
Una vez más vuelo sobre el océano, pero esta vez no traigo pesadumbres, he renacido -he muerto para ello- con todo lo que implica desprenderse del mundo y sus miserias y hoy soy como una niña que abre los ojos a la vida con avidez.

miércoles, 13 de junio de 2012

Vuelvo, quiero decir que estoy volviendo

Con mi mejor y mi peor historia
conozco este camino de memoria
pero igual me sorprendo.

Mario Benedetti.


Maravilloso Benedetti, y hoy sus versos me sirven de pretexto para desperezarme, lentamente, lenta y fructíferamente de mi letargo. Una vez más de vuelta a la vida, a la vida activa, despierta, lúcida, que es la única que cuenta y que vale la pena.
Pronto os daré señales, de momento son las 2 de la madrugada y las musas duermen.

Ivis.

lunes, 12 de marzo de 2012

Oveja posmoderna

Escribir algo que te parta en dos y te lance una granada a la cabeza, para que tu cerebro estalle en mil pedazos, como fuego de artificio que busca elevarse para ver desde arriba.

Elevarse, sí, que todo es pose y vulgaridad en esta vida si no dinamitamos la rutina, si no ponemos zancadillas a ese perezoso que siempre aflora, con su lento y automático andar, día tras día, hora tras hora, buscando acomodarse en una esquina del camino, ansiando el así llamado “statu quo” esa invención absurda y conformista que nos convierte por su merced en autómatas o en mansos caballitos, con los ojos repletos de deseos (reprimidos) y el espíritu (esa cosa ancestral) dormido como niño muerto. ¡Caballitos!
Ya sabes que me niego a dejarme acunar por esos cantos de sirena, no hay tiempo que perder, ésta es mi lucha contra el statu quo y toda esa filosofía conformista. Éstas son mis banderas y mis bombas son ideas. ¡Ah, pero qué poético suena esto! Como si no supiera que el inconformismo revolucionario es otra trampa que deriva en cómoda pose: la moda subversiva, desorden que se impone como orden, al cabo, retahíla de gordos calvos que siguen soñando con la paz mundial, hijos de esos rebeldes trasnochados que comen sólo hierbas, y se van a África a demostrar cuán solidarios son, mientras consumen contracultura por un tubo. Asco de futuro.

Estamos en un laberinto, un círculo vicioso, el campo minado de los esquemas repetidos hasta la saciedad. Y total, este puto mundo jamás dejará de moverse en la órbita del sol.

¡Ay, mansa palomita de las ideas!


¡Oveja posmoderna, siempre serás una más en el redil!

martes, 6 de marzo de 2012

Tanto amor

Soplo mi té caliente
esta tarde de marzo
y el humo me ilumina:
hay tanto amor en este mundo esperando por mi...

Y yo que no sabía
que podía contar con esa baza
de pronto me doy cuenta
de lo rica que soy.

Hay tanto que ajustar
por esa regla
en mi mente y en la mente de todos...

Habrá que hacer canciones
optimistas
y entrenar la mandíbula
y las ganas
y el abrazo sincero y la caída
de ojos seductora
y los besos con lengua
al aire y al espejo (con carmín)
desesperadamente apasionados
(porque tanto amor tiene
que ser correspondido).

En busca del milagro

Quizás lo más hermoso
está donde te falta,
paisaje desbordado
más allá de la lente
que intenta condensarlo.

El gesto resignado del que acepta
que la felicidad nunca es completa y pese a todo
se dispone a quemarse
a vivir cabalmente
en busca del milagro
pues la vida
no es una ciencia exacta.

Y quizás sea posible
vivir sin preguntarse
para qué hemos venido.

Esto (y también lo otro)

Nunca he estado más confundida, al mismo tiempo nunca he estado más lúcida. Es que las paradojas acontecen tan cotidianamente, que su goteo agridulce me ha llevado a pensar que el mundo se compone de agua y paradojas. Y qué curioso, pienso, que nadie haya notado esta evidencia. ¿Y qué pasa que de esto en la escuela no se habla? Cansada estoy de sufrir en mis carnes los estragos provocados por la influencia del pensamiento unívoco sobre la educación, como si el mundo se dividiera (realmente) en buenos y malos, inútiles y válidos, verdades y mentiras... Paradojas, nomás que paradojas... ideas contrapuestas que se asocian para dinamitar nuestros esquemas, realidad incontenible, inefable, sórdida, habitando en nosotros como un cáncer. Ying y Yang, Yong y Yung, aristas infinitas de un diamante que tuvo la suerte de brillar, pero que pudo haber sido negro como la noche, y que lo es, de hecho, si la luz no lo toca con su magia. Da que pensar, ¿verdad? Por eso siempre me cuesta decidirme, porque no tengo claro que haya una única senda, una respuesta clara, una suma redonda. Apenas circunstancias, prioridades, y números tendiendo al infinito. Y paradojas.

martes, 7 de febrero de 2012

Paseando por el Cementerio de Colón

¿Cómo es posible todo esto? Me preguntaba mientras recorría las elegantes alamedas del Cementerio de Colón, con sus panteones imponentes, sus estatuas de mármol y bronce, sus laureles centenarios, sus vitrales y rejas de formas caprichosas... ¿Cómo es posible este lujo, esta magnificencia, esta borrachera de estilos, en un país humilde -y más que humilde, decadente- como es Cuba hoy?
Una vez más la obra humana me asombraba; era tal la grandeza de aquellos monumentos, que me parecía estar visitando algún museo de arte universal, de esos que abundan en Europa. Una vez más mi país me conmovía con uno de esos contrastes tan suyos, los mismos que me llenan de impotencia cuando intento definirlo, (puto país que no cabe en un molde...)
Pero más allá del sobrecogimiento que me causaba la contemplación de la belleza, otros pensamientos más profundos fueron poblando mi mente, poco a poco, mientras me adentraba en callejuelas cada vez más estrechas e insignificantes, allí, donde en lugar de mausoleos se alzan fosas comunes, con un discreto jarrón o una lápida por todo adorno. Allí, donde reposaban los restos de mis abuelos, compartiendo su última morada con la misma generosidad con que en vida compartieron el pan que se llevaban a la boca.        
Nunca he sido devota de los cementerios; nunca antes -a pesar de vivir en su extrarradio- tuve el instinto de pasearme por sus calles umbrías, de curiosear en sus lápidas. Tenía miedo, lo confieso, a los muertos, a esos espíritus que suponía al acecho de toda alma inocente que se atreviese a perturbar su eterno reposo. Entonces no apreciaba, no podía apreciar, la belleza de esos muros cubiertos de musgo, roídos por el tiempo, reventados por la fuerza de las raíces... Vida sobre la muerte, muerte que da la vida, amor eternizado que da miedo, paradojas...


domingo, 15 de enero de 2012

Entonces...

Visto lo visto queda sólo una solución: seguir viviendo, seguir confiando, seguir amando y disfrutando de lo bueno que aparece en la senda que elegimos tomar. De lo contrario la guerra estará perdida, el camino, trillado, y el vino, malogrado en su esencia, y será cuestión de tiempo que las raíces se nos pudran y nos quedemos resecos, mascullando recelos y amarguras.

Pero qué ardua tarea darse cuenta de dónde va el acento que brinda mejor sonoridad a nuestra vida... Qué trabajo de chinos revolverse el alma hasta encontrar la queja, la tecla del piano que, con su sonar hueco, estropea la melodía, el origen de la rabia.

Es mucho más cómodo quedarse quetecito, pues hurgar tiene eso: que puedes despertar a los fantasmas y como un mago inexperto, sacar una paloma donde tocara un conejo y de este modo perder el prestigio, la paz, la lozanía, o lo que sea que haya para perder. Claro que siempre puedes encontrar esa llave de tu felicidad, pero entonces, entonces, ¿qué hacer con ella? To be or not to be... this is the question.

Apuntes tomados en el avión que me traía de Cuba

Hablaré del dolor. El dolor tremendo que me causa dejar a los míos, cada vez que tengo que partir hacia tierras extranjeras. El dolor de no poder compartir con ellos las cosas cotidianas, los pequeños momentos de hastío o de ternura. El grandísimo dolor de irnos desapegando de los rituales que conforman la esencia del ser hasta volvernos ajenos a nosotros mismos. El dolor de tener que emigrar forzosamente porque una plaga de incompetentes se ha adueñado del país, privándonos de la ilusión de vivir decentemente y con alegría nuestras vidas.
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Pero también se hace necesario hablar del amor, porque sin el amor nada de esto sería posible. Él es quien hace tolerable la distancia, el vacío de la ausencia y el larguísimo tiempo que transcurre entre visita y visita a la familia. Él es eso que no se ve y que sin embargo permea las capas de la atmósfera, goteando sobre las cabezas y los recuerdos, para que todo permanezca intacto a lo largo de los años, para que los abrazos sigan siendo los mismos de siempre, cargados de afectos y emociones imperecederos. Es el que nos impele a hacer gestos heroicos, a construir catedrales, para que sus alturas nos recuerden el motivo de nuestra lucha, para despertar del letargo, del sinsentido cotidiano y percibir la luz del faro inconfundible de nuestro puerto.

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Mauricio

La vida nueva que asoma por entre sus dientes me sobrecoge. Es tan hermoso... tan inocente, que da gusto verlo moverse, libre en su torpeza, sabio, anárquico y vital. Toda la frescura del mundo cabe en su risa juguetona, y todo el asombro, en esos ojos que se encandilan al contacto con la luz.

Mauricio, nombre de guerrero, nunca imaginé estar pensando de este modo, con este grado de amor, en alguien tan pequeño de estatura. Mauricio, pedazo de mi alma recién colonizado por tu risa, belleza en fuga que no admite adulación ni ofrendas, amor sinceramente interesado que no logra ofender. No dejes de alumbrarnos.

jueves, 13 de octubre de 2011

La cabra siempre tira al monte

Tanto tiempo abdicando de mi instinto exhibicionista, tratando de que no se me vieran los ojos de loca, la cara de loca, la sonrisa de loca de remate y total "la cabra siempre tira al monte": estoy cada vez más loca, y sin embargo este verano no he escrito ni una línea. Queda demostrado que el blog no es el culpable de mi perdición.
Además, ya llega el otoño y con él el sosiego, la siesta melancólica después del almuerzo, los paseos al anochecer por calles solitarias con olor a humedad, la sensación pegajosa de estar condenados a este fin del mundo adonde quiso el destino que fuéramos a parar. (Cuando digo fin del mundo me refiero a cualquier lugar donde nos encontremos en el que parezca que nunca pasa nada). Ya sé que podría ser peor, pero como quejarse es gratis, siempre nos quejaremos, aunque sólo sea por joder.
Este verano me ha traído gratas sensaciones, y también algún que otro rapapolvo. Todo para crecer (consuelo). Que lo que no te mata te fortalece, dicen. Aunque siendo sincera, yo hubiera preferido un crucerito. Hay dolores inútiles, prescindibles.
¿Qué pasaba en mi alma? Me pregunto; ¿qué espíritu burlón me poseyó, haciéndome sentir tan incompleta? ¿Cómo pudo olvidárseme mi estirpe, noble y despreocupada? Constantemente me olvido de mí misma: diga, doctor, ¿es eso Alzheimer? Viejo cabrón...

jueves, 28 de abril de 2011

Cobarde

Con ojos de haber visto muchas cosas
me pliego cada vez más a mi sombra
horrorizada
por las futuras catástrofes y el abismo
al que nunca -por cierto- me acerqué.

lunes, 15 de noviembre de 2010

Doble o nada

Como cuesta el poema cuando me lo propongo
como engaña la vida con sus cebos
qué lejos queda siempre el infinito
como cansa el amor, cuando es eterno.

Pero la muerte cierta nos libera
lo mismo que una puerta que se abre
y la angustia termina con la cita.

Las dudas del amante
se vuelven bofetadas de amargura
y soñar cuesta caro
-calculo mientras juego
mis últimos ahorros-
"doble o nada": la apuesta
porque la libertad no tiene precio.

lunes, 20 de septiembre de 2010

¡Siacará!

Esta humanidad ha dicho ¡basta! y ha echado a andar...
Qué falta me estaba haciendo recuperar este espacio de intercambio con el mundo... volver a repasar este teclado sin más objeto que el de dejar fluir mis pensamientos, aún los más simples, y con ello sentir la plenitud de engendrar algo, aunque sepa que todo está inventado y que se trata apenas de una ilusión.
Cada vez siento más la necesidad de disciplinar mi rebeldía para con el mundo; lo que comenzara como un acto de individualismo se va convirtiendo en un acto social: yo y mi universo, yo y mis lectores... y no está mal que sea así. Todos crecemos, todos nos necesitamos al fín, pensar que una golondrina hace verano es cosa de adolescentes, y yo ya no soy precisamente quinceañera.
Hoy siento renacer en mí el espíritu aventurero que en el pasado sucumbió bajo el peso de las responsabilidades y los disgustos. Creo que el otoño va a convertirse en mi estación favorita pues me trae claridad mental y espiritual. El verano me pone de cabeza: demasiadas alternativas, demasiado sol como para quedarse en casa. El otoño me devuelve la paz del recogimiento, la luz tenue de las cosas verdaderas. Me embarga una tristeza no del todo triste porque en el fondo -a pesar de extrañar los días de sol- quiero ver qué me depara el invierno, y sobre todo agradezco haber llegado hasta aquí de una pieza (aunque esto último sea discutible).
Me siento tan trascendental, que sin duda debo estar bajo el influjo de alguna luna creciente... Soy consciente de todos mis errores y de la imposibilidad de echar atrás los relojes, pero eso cada vez me preocupa menos pues poco a poco voy sintiendo una fuerza emerger desde mi centro: fuerza bruta, rabia, deseos de morder o quizás de reír a carcajadas hasta quedar exhausta. Deseos de soñar con peces de colores porque me da la gana, porque el mundo está lleno de peces de colores aunque no todos puedan verlos, porque soñar es gratis y no hace daño a nadie, porque el amor existe y es importante, porque la amistad es un poder incuestionable, y porque la libertad al cabo se abre paso por entre los barrotes y muestra su sonrisa agradecida, y es bella la sonrisa, bella y sin prejuicios, abierta, triste a veces, pero siempre sonrisa, tal como debería ser la vida.

lunes, 12 de julio de 2010

Caminos

Después de mucho andar, regresar al mismo punto brinda una especie de tranquilidad que reconforta, aunque no se hayan llenado los bolsillos más que de fantasías. El tiempo es lo que cuenta, desandarlo de alguna manera, un pie detrás del otro, respirando, observando, viviendo, dándole cuerda al reloj para que no se detenga.
Si tengo que ser sincera he de decir que lo de dar cuerda al reloj últimamente a veces se me olvida: son tantas y tan intensas las emociones que he vivido, que unas horas de ventaja se me hacen absolutamente indispensables para recrear la ilusión del tiempo detenido y conseguir a cualquier precio el silencio de los sentidos y también del dolor. Silencio: no tener que aprender nada nuevo ni observar un paisaje que nuestras pupilas no hayan registrado ya. Que todo lo nuevo es desconcertante. ¿Cómo asumirlo entonces si aún no acabamos de comprender lo cotidiano?
Vernos como animales; pensar que todos tenemos brazos, patas y pezuñas. Algunos más bonitos, otros definitivamente mal dotados en unos aspectos pero agraciados en otros, y siempre un equilibrio, siempre una cara para el recuerdo y unos brazos para el abrazo. Y si estos brazos y esta cara no estuvieran ahí, ¿seríamos los mismos? Siempre nos quedará la duda; siempre quedan las mismas preguntas en el aire para que las descifren los que vienen detrás que lamentablemente se dedicarán a formular sus propias preguntas y no escarmentarán por otra cabeza que la propia. Y así por los siglos de los siglos.
Hoy cedo al caos de mi mente sin intentar ordenarlo pues me he dado cuenta de que el caos impera y no hay nada que se pueda hacer para evitarlo. Todo orden es inútil y falso; sólo nosotros, con nuestra insuficiencia, necesitamos de esas jerarquías. Sólo nosotros, con nuestra ceguera, vamos pisando flores mientras nos agarramos de un hilo imaginario que estrangula nuestras vidas. Sólo nosotros, haciendo gala de una torpeza y un mal gusto exquisitos, vamos organizando las cosas por colores y colocándolas de menor a mayor.

lunes, 19 de abril de 2010

Bossa

Como una bossa nova, tranquila y elegante, así me siento yo a esta hora de la noche. No bebo, porque no me hace falta impresionar a nadie, tampoco tengo un objetivo en mente, pero me siento como si tuviera una copa entre las manos, un martini, por ejemplo, -seco, está de más decirlo-. Allá al fondo ya suena el contrabajo, y yo toco mi teclado como si de un piano se tratase. Voy a empezar mi performance, y muevo mis cabellos a un lado y hacia otro con swing, miro hacia abajo, sonrío, cierro los ojos y me concentro en el ritmo armonioso... todo es tan exquisito, tan preciso en sus breves matices de luz, que me pregunto por qué la vida no es así de ligera como esta bossa nova que me despega ahora mismo del suelo. El saxo me hipnotiza por un rato, y no puedo dejar de seguirlo... Saxo, voz de hombre que llora sin querer, que pide un poco de cariño, y con esas maneras tan dulces no se puede hacer otra cosa que corresponder, saxo, sexo, voz, cariño... te daré lo que pides... Y me arranco a cantar yo también, bajito, como canta mi querida Rosa Passos, con esa voz de niña que sin embargo resulta tan desgarrada a veces; voz de madre que acuna a su hijo, porque, quién lo duda, todos nos volvemos pequeñitos cuando la escuchamos. Si pudiera cantar como tú, Rosa de mis amores, si la vida entera fuera como esta bossa refrescante y ligera, y uno se pudiera dejar llevar por sus acordes hasta quedarse tiernamente dormido con una sonrisa entre los labios y una ilusión en el bolsillo...

Rosa Passos Wave (Solo Version)

Esta es una buena canción para escucharla acostado junto a esa persona especial, y es que "É impossível ser feliz sozinho..."

Pero no termino - Alain Pérez - Videoclip en Alta Calidad

¡Pero qué buena está esta canción! Este Alain se quedó vacío. Qué ganas de bailar un buen casino me entran ahora mismo. Disfrútenla.

sábado, 17 de abril de 2010

Divagaciones

Hay un poema de Mario Benedetti que comienza así:

"Vuelvo, quiero creer que estoy volviendo
con mi mejor y mi peor historia
conozco ese camino de memoria
pero igual me sorprendo."

Y yo no sé por qué vuelvo a aporrear estas teclas como si necesitara hacerlo, invocando el poder de la escritura para ayudarme a solucionar esas dudas que me atormentan (hay tantos caminos en esta vida, que se hace difícil saber cuál elegir. Hay tantos misterios inexplicables...)
Durante este tiempo he llegado a pensar que no iba a ser capaz de volver a escribir, que no tenía sentido seguir lloviendo sobre mojado (tanta palabra escrita que hay que leer y uno pretendiendo absurdamente descubrir el agua tibia). Pero es como un mal vicio esto de escribir, y además es el único modo de llegar allí donde no llego con mi pensamiento o con mi persona.
Encima viene algún amigo y me dice que vale la pena, y yo me maravillo aún más al darme cuenta del poder de este acto íntimo que comenzó sin ninguna pretensión, o mejor dicho, con una sola pretensión: llegar al corazón de esa persona a la cual nunca logré persuadir, y sin embargo, cosa graciosa, mis cantos sedujeron a otros navegantes, y no me ha faltado alguna que otra declaración de amor. Y es que la vida es una gran ironía, llena de equívocos y pistas falsas. Pero por eso mismo es divertido entrar al baile, porque por ahí suceden cosas asombrosas y al final nunca nos arrepentimos de haber comprado la entrada, aunque no haya sido como esperábamos, que de todo se aprende, dicen.
Sé que estoy siendo críptica, no se trata de que me entiendan, por esta vez prefiero quedarme en el terreno de la abstracción, que es mucho más romántico. Y como me siento tan cómoda en esta indefinición, en esta ambigüedad, que es acaso una metáfora de mi propia naturaleza volátil, he decidido que me quedaré aquí bastante tiempo, porque es como un columpio muy cómodo en el que me puedo balancear eternamente sin cansarme ni cansarlos. Balancearse es lo que tiene, que vas y vienes pero nunca te quedas en el mismo sitio el tiempo suficiente como para aburrirte.
Ah, la poesía, qué cosa subversiva... Tengo un amigo, Antonio, que es una especie de kamikaze que va con un libro de poesía a todas partes, y lo peor: lo lee de verdad, vive en clave poética. Y a mí me repatea que sea insobornable, absolutamente utópico, y que encima se ría de la vida desde su posición incómoda. Tengo que reconocer que me sienta fatal mirarme en su espejo, pues cuando lo hago me encuentro muy vulgar, ¿pero qué puedo hacer si aún no he encontrado la dosis justa de poesía para sobrevivir en este mundo cruel? Justificaciones, dirá el poeta, y con razón, pues no existe la medida exacta de poesía, eso es cuadricular la poesía, y además, ¿qué es poesía? (dices mientras clavas en mi pupila tu pupila azul). ¿Qué es poesía? ¿Y tú me lo preguntas? ¡Averígualo tú!

martes, 30 de marzo de 2010

¡Atiende!

Hay que ver qué expresión más cubana esa de "atiende", dice mucho del alma del cubano: directa, sencilla... no sé por qué en estos días me ha venido a la mente. Quizás porque son tiempos de estar al tanto de todo lo que sucede en torno a la isla, ahora que parece que por fin vamos a empezar a salir de la inercia en que estamos sumidos desde quién sabe cuándo. Y mientras digo esto me reservo una duda razonable, pues cada vez que parece que va a ocurrir el ansiado cambio las aguas vuelven a su nivel - inexplicablemente- dejándonos a todos con las ganas. Pero algo me dice que esta vez será diferente, que finalmente las aguas derribarán el muro. Tanto jaleo no puede ser en vano, tanta esperanza no puede quedar congelada bajo un golpe de efecto. No hay que ser analista político para ver los indicios: la unidad en el exilio -inédita, si mi memoria no me falla-, el eco mediático que han tenido la trágica muerte de Zapata, la campaña por la liberación de los presos políticos -tanto la recogida de firmas en internet como las protestas de hombres y mujeres valerosos como Fariñas y las Damas de Blanco- que con sus gesta heroica han logrado atraer la atención de los medios a esta campaña a la que ya se han sumado personalidades influyentes del mundo de la cultura y de la política.
Pero quizás la muestra más fehaciente de que el barco hace aguas sea el hecho de que figuras claves de la cultura cubana como Silvio y Pablo -nunca es tarde si la dicha es buena- se hayan pronunciado -más o menos abiertamente- a favor de un cambio. Ese posicionamiento para mí es muy sintomático, finalmente se están haciéndose eco del clamor popular, ya que es incuestionable que las cosas andan de mal en peor, y aunque no hay que tirar cohetes, pues se trata tan sólo de unas grietas, a mí cada vez me queda más claro que el muro esta vez se viene abajo, son demasiadas señales, demasiadas grietas, y sobre todo parece que el exilio y la disidencia interna está trabajando unida, todos halando parejo para tumbar el muro. Y no dudo que esta vez lo logren, y me alegro en el alma. Porque ya está bien de tanto sufrimiento vano.

Pero bueno, ahora habría que pararse a pensar qué pasará cuando se caiga el muro... ¿Qué futuro queremos para Cuba? Si quieres deja aquí tu opinión.

miércoles, 24 de febrero de 2010

A propósito de la muerte de Orlando Zapata


Últimamente me había desentendido de Cuba y su política, hastiada de ver mezquindades e inescrupulosas pugnas por el poder al más puro estilo de las películas del oeste.
Pero hay acontecimientos como la muerte de Orlando Zapata Tamayo, que de tan injustos nos remueven las entrañas y nos hacen recuperar la perspectiva: no se puede permanecer indiferente cuando hay una realidad tan dura que clama por justicia. Y esa realidad se llama dictadura, atropello de los derechos humanos, tortura, asesinato y otras lacras que es necesario erradicar de una vez y por todas del mapa de la isla.
Orlando Zapata se ha convertido en un héroe. Su muerte es una bofetada al régimen moribundo y estoy segura de que actuará como un revulsivo para que el mundo se entere de las injusticias que pasan en Cuba y actúe en consecuencia, todos a una, para que hechos tan deleznables como éste no sigan quedando impunes.

sábado, 6 de febrero de 2010

Caritas

Todo parece indicar que las caritas se han puesto de moda en Cuba. No les basta con las de los cinco héroes*, presentes en todos los centros de trabajo y lugares públicos. Incluso centros turísticos como el lobby del hotel Cohíba tienen un espacio destinado para los nuevos "santos" cubanos, a los que por cierto yo haría un retoque con Photoshop para quitarles esos bigotones que ya no se usan más que en Cuba y en Afganistán, pero bueno ya sabemos que la moda nunca ha sido el punto fuerte de los compañeros del partido.
El caso es que arte cubano ha encontrado en la moda kistch de las caritas un nuevo filón para desarrollarse, y si no juzguen ustedes por sí mismos a partir de un pequeño ejemplo:

Fotos de los cinco espías presos en EEUU, tomadas de la web de la TV de Camagüey.

Histórica escultura del Ché Guevara en uno de los edificios de la Plaza de la Revolución.

Ahora además se le ha sumado esta réplica de Camilo, también en la Plaza.

Lo dicho, hasta en los lugares turísticos. Esta ultra kistch imagen del Ché recibe a los visitantes en el Bar de 3ª y 8, para que tengan una juerga patriótica.
* Los cinco héroes es como se le conoce en Cuba a los cinco agentes cubanos acusados de espionaje por el gobierno de EEUU, que cumplen condena por este motivo.

The house of the rising sun


Ese merengue amarillo que antes era la sede del Movimiento Cubano por la Paz y la Soberanía de los Pueblos es, desde hace un tiempecito, la casa de ALBA o Alternativa Bolivariana para la América. (Para ser la casa del ALBA es un poco amarilla, debería ser azul clarita, digo yo). Me llamó la atención por el color y porque en su librería encontré una gran variedad de libros, incluyendo libros infantiles, y lo fundamental: en pesos cubanos (hay que dar buena imagen a nuestros hermanos latinoamericanos, como ustedes saben).
Mirándola se me ocurrió una de esas ideas tontas que se me ocurren a mí, que la traducción de "Casa del alba" en inglés bien podría ser "House of the rising sun" como aquel blues popularizado por The Animals, que aquí les dejo. Disfruten de este pedazo de tema.

viernes, 5 de febrero de 2010

Mi entrevista a Frank Delgado

Durante mi pasada visita a Cuba tuve el inmenso placer de poder entrevistar a un gran cantautor cubano de quien soy una fiel seguidora desde hace un buen tiempo: Frank Delgado. Fue una entrevista extensa y muy interesante, fue, además, toda una experiencia para mí, pues esta larga charla me ha dado tema de reflexión durante todo un mes en el que me he preguntado, entre otras cosas, por qué los seres humanos aparcamos nuestras diferencias como práctica usual y nos ponemos en el lugar del otro para tratar de entenderlo. Con lo que mejorarían las relaciones humanas si esto fuera posible, con lo que aprenderíamos los unos de los otros. Yo, sin ir más lejos, antes de realizar esta entrevista tenía una visión estereotipada de la persona de Frank, pues solamente veía en él al juglar inteligente y simpático que hacía unas canciones que a mí me daban mucha risa, o que me hacían pensar, pero no conocía al hombre y al gran intelectual que también es, y no le conocía unas opiniones tan rotundas y sedimentadas sobre arte, sobre política. A pesar de que discrepo de algunos de sus puntos de vista, cosa que en ese momento no le manifesté puesto que preferí respetar sus criterios antes que crear una controversia, después de conocerlo personalmente creo que es un gran pensador, un gran artista y una buena persona, que es lo mejor. Y le agradezco el modo como me recibió en su casa sin complicaciones, sin exigencias, mostrando una transparencia y una claridad de quitarse el sombrero, y siendo generoso en grado sumo con su tiempo, mucho más cuando esa misma tarde tenía que actuar, cosa que no le importó.
Frank, si alguna vez lees esto, quiero que sepas que te admiro y que si una vez pensé que sería muy interesante conversar contigo, hoy pienso que ha valido la pena y que eres maravilloso. Gracias, muchas gracias por tus lecciones de humanidad. Un abrazo, Ivis.


martes, 2 de febrero de 2010

Fotografiar miserias


Era tan fácil caer en la tentación de fotografiar miserias... No había más que andar unos metros y apretar el obturador al azar para captar la piedra en carne viva, la acera reventada, el hueco peligroso, el excremento de perro secándose al sol. En el lugar menos pensado, una aglomeración surgía de la nada recordándole al viajero que Cuba además de ser "La isla de la siguaraya", es la isla de las colas. A la salida del centro comercial, un viejo pedía limosnas. Más allá, en la parada de la guagua, la gente miraba al horizonte con cara de preocupación y desánimo. Algunos se adelantaban y hacían señas desesperadas a los vetustos almendrones que pasaban descargando sobre los viandantes su humareda negra con olor a petróleo quemado. Yo, parada en la esquina sin saber qué hacer, a dónde ir en esa hora de la tarde en que los comercios ya han cerrado y los bares aún no han abierto. El viento polvoriento resecándome la piel y las mucosas, crispando mis cabellos, metiéndoseme en los ojos traicioneramente. Quizás por ese mismo viento, o por la sensación de que pronto caería la noche sumiéndonos en la oscuridad total, por esa tristeza que me embargaba al ver las ruinas de la ciudad amada, o por la sensación de estar pobremente vestida, o por todo eso a la vez, me sentía tremendamente sucia y desamparada. En esas circunstancias, pensaba, podría hacer las fotos más decadentes que jamás se hicieran sobre la Habana, las más miserables, las que no por obvias dejan indiferentes. Fotos rebuscadas y grotescas, cargadas de esa violencia que la ciudad transmite; fotos con cámara oculta en los sitiales del poder; fotos de robos, de injusticias, de infracciones, fotos-denuncia de casi todo lo que se mueve y respira aquel aire prestado y putrefacto. Pero no iba a ser justo, pensé, era demasiado fácil. Lo difícil era dejarlo pasar. Lo difícil era sobreponerse, acostumbrar la vista hasta lograr ver belleza entre las ruinas, acostarse en el malecón y quedarse dormida sin temor a que te caminase una cucaracha por arriba. Perdonarle la vida a la ciudad ingrata, pasar por alto los detalles escabrosos y recrearse en los planos generales, en las puestas de sol, que son tan recurrentes cuando el espíritu está desconcertado.

lunes, 1 de febrero de 2010

Hipótesis alternativa

Ya volví de Cuba, ¿ya volví de Cuba? Eso parece, pero aún en mi mente recorro las calles de la Habana, de esa Habana mía de posguerra, sucia e inhóspita y sin embargo encantadora.
Necesitaba acoplarme de nuevo al ritmo de la vida allí, a ese deambular sin prisa ni rumbo definido; al cafecito en la casa de la gente escuchando esas historias que corren de boca en boca como pólvora encendida y entretienen durante la larga espera de tiempos más felices que se resisten a llegar. Necesitaba -por más que sea un tópico- el calor de la familia, la alegría contagiosa de mis compatriotas, la carcajada sonora y los brazos abiertos al saludo efusivo y sin reservas. Buscaba una respuesta y para hallarla fue preciso adentrarme en un viaje espiritual, íntimo, profundo, hacia ese territorio desterrado de mis recuerdos, sabiendo que era ingenuo pretender revivir el pasado, y a pesar de eso, buscando desesperadamente abandonarme en ese cómodo lecho de hojas secas.
Por momentos -gracias al alcohol y a la música invariable- tuve la ilusión de que el tiempo se había detenido. El olor del salitre y el rugir de las olas en el malecón me sobrecogieron como antaño, y me sentí otra vez indefensa y cautiva, y miré al horizonte con angustia ¿era yo la que lloraba junto al mar? Quise ser la de antes, deseé con todas mis fuerzas no haber vivido tantas noches de ausencia y desconsuelo, pues calculé que entonces mi vida tenía un sentido, una esencia que se fue diluyendo año tras año en mis idas y venidas sobre el océano.
Pero era un espejismo y más allá de esos breves (extraordinarios) momentos de abandono todo a mi alrededor me demostraba cuánto había cambiado yo, ¿o eran las cosas que ya no se hallaban en su lugar? Cuando por fín pude ver con objetividad apareció ante mis ojos el verdadero orden de las cosas, un panorama desconcertante por demás: la vida subterránea de una nación congelada en su superficie, el dolor de unos seres obligados a crecer hacia adentro, condenados a cavar profundos fosos donde explayar el alma y enterrar sus anhelos y frustraciones. Y a pesar de todo, o por eso mismo, sonrientes, con la sonrisa del que no tiene nada que perder... No entendía, y sigo sin entender, los misteriosos mecanismos de esa maquinaria a todas luces imposible, sin más lógica ni fundamento que el miedo y la repetición, pero acepté su existencia sin dramatismos, como se acepta un catarro -al fín y al cabo viví tantos años dentro de ese caos que adaptarme de nuevo (más sabiendo que era por unos días) fue cosa sencilla- el objetivo que tenía en mente bien valía el sacrificio. Y ese objetivo no era otro que intentar mirar con los ojos del corazón lo que se me escapaba a simple vista, los pequeños matices cotidianos que tiñen de alegría o de tristeza la vida del cubano más sencillo, la razón de su alegría contagiosa a pesar de los pesares y también, por qué no, alguna explicación plausible para su inveterado inmovilismo.
Curiosamente en mis casi nueve años de emigrada nunca había logrado un acercamiento tan franco al problema cubano, y esto es así porque nunca antes me había dejado llevar por las circunstancias, aparcando miedos y prejuicios y enfrentándome a las situaciones con la buena voluntad por escudo y el amor por bandera. Sabiendo como nunca que "no la teme quien no la debe", pero sin caer en heroísmos gratuitos, pues se trataba de un viaje familiar.
Así, con la mochila llena de amor y comprensión, y mirando las cosas con lupa, pude tomarle el pulso a la realidad cubana de un modo más directo y realista, y de este modo descubrir que no todo es lo que parece en la Cuba de hoy, que muchas cosas han cambiado desde que yo me fui, algunas para bien, otras muchas para mal, pero han cambiado, y que actualmente hay en la sociedad isleña un abanico de estilos de vida mucho más variado que el que yo dejé atrás, y que eso es maravilloso, pues esa diversidad (ahora apenas perceptible) es la semilla de una apertura hacia una sociedad más plural, rica y tolerante, y extrapolando esta hipótesis podría aventurarme a decir que en otros aspectos de la sociedad nada es lo que parece a simple vista y que los pensamientos están más abiertos hoy que nunca, pero esto es sólo una hipótesis y este post ya me va quedando un poco largo. Continuaré más tarde con esta y otras ideas.

domingo, 31 de enero de 2010

No tengo tiempo para amargarme

Este viaje que acabó formalmente hace unos días pero que aún continúa en mi cabeza me ha dejado un sabor dulce en la boca y un secreto que no voy a revelar de momento porque no encuentro palabras suficientemente hermosas como para describir esta inyección de amor y de sabiduría. Poco a poco, si el tiempo y las obligaciones me lo permiten, iré desmadejando este episodio, pero si no lo hago, no me culpen, una de las cosas que aprendí en estos tiempos es que cada cual ha de aprender por su experiencia y sacar sus propias conclusiones.
Los veo luego que no tengo tiempo que perder, voy a vivir mi vida, que este año viene lleno de sorpresas.

miércoles, 9 de diciembre de 2009

La savia que te nutrió

Vuelvo a mis orígenes con dudas, con desgana, vuelvo a reconocerme en mis ancestros. La niña que fui y la mujer que soy se enredan en un abrazo dulce y apretado. Entiendo que la vida me ha sido grata y doy las gracias a quienes me auparon para llegar a ser lo que soy. Pero mi agradecimiento es mudo y mis sentimientos son contradictorios. Una secreta emoción me embarga cuando camino por las calles de mi pasado, ese pasado luminoso que dejé atrás no se muy bien por qué. Quizás por la belleza de la soledad, quizás porque tocaba hacerlo, porque es lo natural.
¿Por qué eres así y no de otra manera? ¿Por qué son asi quienes te rodean? ¿Qué savia los nutrió para que crecieran así, sanos y salvos? ¿Qué amor los envolvió para que fueran hombres y mujeres de provecho? ¿Qué magia los ungió para investirlos de tanta gracia y sabiduría, y por qué así y no de otra forma, con otra combinación de brazos y pies, salieron a la calle a dar la guerra? ¿Por qué los amo tanto si no son más que cuerpos que se confunden entre otros, por qué este júbilo carnal al reencontrarme ahora con mi esencia...? Amor que se derrama en todas sus dimensiones. Necesidad de dar amor y diluirme en este festín de caricias, de corresponder así a tantísimos desvelos de mis predecesores. "Es tu turno", me dice esa voz cada vez mas nítida, "no lo dejes pasar, toma partido, es ahora o nunca. Toma partido, haz honor a tu estirpe y fructifica mientras ellos, tus ancestros, te observan." No se muere la historia con la vida ni con un cambio temporal de domicilio. Ella está ahí, esperando a que le rindas honores. Lo otro -el sentirte a la deriva y sin obligaciones- fue sólo un espejismo.
Ahora lo sabes: estás condenada a saberlo. No puedes ignorar a tu pasado, no puedes, ni quieres, ignorarlo. Eres tú hoy mas que nunca, y eres feliz de saberte de vuelta.

sábado, 5 de diciembre de 2009

Por el derecho a abrazar a la madre

Esta es la semana de la blogacción por los derechos humanos en Cuba. Yo quiero aprovechar para abogar por el derecho que debería tener todo cubano entrar y salir de Cuba libremente para estar con su familia cuando lo determine o cuando lo necesite. Basta ya de absurdas restricciones de movimiento, de familias separadas. ¡Libertad de movimiento para todos los cubanos ya!

lunes, 30 de noviembre de 2009

Próximo 5 de diciembre: llamamiento por los derechos humanos en Cuba


El próximo sábado 5 de diciembre tendrán lugar en varias ciudades del mundo manifestaciones a favor de los derechos humanos en Cuba.
También tendrá lugar en Internet una gran Blogacción para dar a conocer al mundo la situación de los derechos humanos en Cuba, sobre todo de la libertad de expresión, asociación y movimiento, que a mi juicio son los más críticos.
Más información aquí.

viernes, 27 de noviembre de 2009

María Isabel Ballester lee un poema



Esta mujer es una gran artista, pero grande de verdad. Si quieren ver su obra, pueden entrar en su web: http://www.mariaisabelballester.com
Estoy impresionada con la calidad de sus esculturas, sobre todo el detalle de los rostros, fíjense en la escultura llamada "el viaje", la expresión de dolor de los que van en la patera. Es realmente impresionante.

Leyendo en la galería de María Isabel Ballester II

Este quedó cortado, lástima, pero igual espero que lo disfruten y puedan apreciar la belleza y la magia de ese lugar. Qué lujo poder estar ahí. Gracias a la familia Ballester y en particular a María Isabel quien tuvo la gentileza de regalarme una novela de su padre: "Apuntes para la destrucción de un cuadro". He leído la poesía de Cándido y me ha encantado, estoy segura de que esta novela también me va a gustar.

Leyendo mis cosas en la galería de María Isabel Ballester I

La noche del miércoles fue una noche preciosa, fui invitada a participar en esta lectura íntima en un lugar mágico como pocos he visto en mi vida: el taller de una gran artista plástica argentino-mallorquina, en el que conviven sus esculturas fascinantes con los cuadros no menos hermosos de su padre, el pintor y escritor Cándido Ballester. Qué delicia de noche y qué familia talentosa, incluyendo a Marcela Ballester, que también leyó su prosa poética y a Santi, que ya lo han visto lo bien que se desenvuelve escribiendo sus propios relatos.

miércoles, 25 de noviembre de 2009

Pablo Milanes canta "Tú eres la música que tengo que cantar", de Tony Pinelli

Qué maravillosa canción y qué buena la interpretación de Pablo y su grupo. Esta es una de esas canciones antológicas de la música cubana. Disfrútenla.

martes, 24 de noviembre de 2009

Apuntes para el encuentro

Los caminos de la sabiduría son diversos y están llenos de errores. Me pregunto, por ejemplo, qué pensará gente como Yohandry, como Elaine y otros blogueros jóvenes que escriben propaganda política por encargo desde Cuba, cuando el día de mañana miren atrás y vean que en su obcecado empeño de espadachines de la Revolución han faltado el respeto a cientos de miles de buenos cubanos que viven en el exilio por culpa de un gobierno totalitario y absurdo. "La juventud es una enfermedad que se cura con el tiempo", una vez escuché esta frase muy certera, y también esta otra: "la ignorancia es atrevida". Pero no todo ha de achacársele a la juventud y a la ignorancia; tiene que haber cierta predisposición al fundamentalismo y a la manipulación. De lo contrario no me explico tanta ceguera, tanta doctrina, saliendo de unas mentes que por su juventud deberían estar más abiertas a cuestionárselo todo y no a justificarlo todo, a querer tapar el sol con un dedo, a repetir el guión aprendido sin pararse a pensar si el fín -la perpetuación de ese sistema de valores fallido- en realidad justifica los medios.
Estos blogueros saben que "se la tienen jurada" fuera de Cuba, incluso alguno de ellos ha denunciado haber sido amenazado de muerte a través de Twitter en más de una ocasión, lo cual no me extraña, el pueblo cubano es violento y hay tanto rencor entre los exiliados, dolor que se ha ido amasando año tras año, impotencia tras impotencia y manipulación (de uno y otro lado) tras manipulación. El resultado puede ser una bomba de neutrones, un estallido de violencia sin precedentes que hay que procurar apagar y controlar pues para nada va a ayudar al encuentro de la nación.
Del otro lado, como ya pudimos ver en ese triste episodio de la calle G, hay mucha desconfianza hacia lo nuevo, mucho comportamiento atávico (aunque eso pudiera decirse que lo hay de los dos lados), un patriotismo visceral y mal entendido que no facilita el diálogo, y mucha miseria, material y humana, obstáculos que habrá que sortear con inteligencia y con mucha paciencia para lograr un entendimiento de igual a igual en aras de una Cuba mejor. Habrá que descartar la violencia y los ajustes de cuentas del tipo ojo por ojo, de lo contrario la espiral de odio será imparable y crecerá por los siglos de los siglos. Hay que aprender de los errores del pasado y de los ejemplos más que fehacientes que vemos en los telediarios; el caso de Israel y Palestina, que es el súmum de esa escalada de violencia sin fín. No hay que dejar que la sangre llegue al río, al contrario, hay que impedir por todos los medios que se derrame una gota de sangre de nuestros hermanos en ese encontronazo que está por venir, (yo quiero pensar que ya queda menos para que se produzca al fín) y en ese momento hay que poner en práctica aquello de que "hablando la gente se entiende" y sobre todo el respeto y la comprensión, que son las bases de la paz.
Ojalá que el castigo mayor para los intolerantes sea dar de bruces con sus propios errores y recibir el amor de aquellos a quienes en su día hicieron daño.

sábado, 21 de noviembre de 2009

Pueblo estúpido


Cuando la estupidez y el salvajismo alcanzan cotas tan altas como ésta, me doy cuenta de que no pertenezco -ni nunca he pertenecido- a esa manada de bestias vociferantes, a esa gentuza vulgar que quieren hacerme pasar por el pueblo cubano.

Cuánta ceguera, cuánto odio en esos rostros descompuestos. Lo peor es que no saben que en realidad a quien odian no es a Reynaldo Escobar sino al concepto que él representa: la libertad, la posibilidad de disentir, el coraje de dar la cara. En vez de volcar su odio contra quien les ha hecho miserables dándoles pan y circo para olvidar que están presos de por vida, la emprenden contra el crítico de turno, el que les hace sentir incómodos poniéndoles un espejo en las narices. Cerdos rabiosos, violentos y abusadores. Guaracheros ignorantes.

Me parece estar viendo Memorias del Subdesarrollo. La comparsa me dejó descolocada: pan y circo, ¿y dónde estaba la pipa de cerveza? No salió en el vídeo pero seguro que estaba por ahí. Cuánta vulgaridad, cuánta mediocridad, ¿y ese es el país por el que suspiro yo? ¡Ah, Cuba, Cuba, cuántos disgustos me das! Qué manera de criar guaracheros y otras sabandijas, qué falta de elegancia en tu gente, cuánto has perdido en todos estos años.

Afortunadamente existe gente con decencia, con valor e inteligencia para enfrentar el espanto y el mal gusto, y cada vez son más, somos más, aunque por desgracia los otros son más ruidosos: tienen los pulmones entrenados a base de gritar estupideces como papagayos.

viernes, 20 de noviembre de 2009

Julio Cortázar: Dadora De Las Playas

Al parecer el trópico cubano hizo mella en Cortázar. Me pregunto quién le inspiraría este poema tan hermoso. A lo mejor anda por ahí sabiendo que ella es la "dadora de las playas".

domingo, 15 de noviembre de 2009

Que ya es mucho cuento la vida

A veces los niños nos dan lecciones maravillosas. Vean aquí a Santi, el maravilloso hijo de Marcela, que a su corta edad ya escribe cuentos tan filosóficos como éste.
Me encanta este niño, dicho sea de paso, es tan inteligente y despierto como pocos he visto.
Lo que más me gusta es el final de cuento, lástima que lo cogí empezado.

martes, 10 de noviembre de 2009

De escritores desconocidos II

La historias se repiten en la vida de un modo caprichoso. Yo vengo de una familia de gente campechana, que se quita lo suyo para dárselo a los demás. Hablo de mi padre y mi madre, que cada uno por su lado bien podrían montar una ONG. No es extraño, por tanto, que el peso de su ejemplo me haya caído encima como una piedra (en ocasiones lo he sentido así, sobre todo cuando no entendía la importancia de ayudar) y que de vez en cuando aporte mi granito de arena para hacerle la vida más agradable a quienes me rodean. No es que sea la Madre Teresa de Calcuta, aclaro, pero me gusta ayudar a las personas a conseguir sus metas, mucho más si está a mi alcance.
Creo que la solidaridad es una fuerza tan poderosa que por sí sola podría regir el mundo. Mi experiencia personal me ha llevado a encontrar por doquier a gente que funciona según esta dinámica de intercambio, de amor, de amistad, que son los valores que quedan cuando todo se derrumba alrededor, como pasa ahora que todo está patas arriba con esta maldita crisis. Y sin embargo el amor sigue en pie, los valores de la familia, de la amistad siguen en pie y son casi los únicos en los cuales podemos confiar, porque son los auténticos. Todo lo demás es impostado y prescindible.
El mundo es un lugar más confortable cuando alguien te tiende una mano en el momento oportuno, sobre todo si no intenta cobrártelo a la primera de cambio. Pero no hay que olvidar que como dice el refrán "es de bien nacidos ser agradecidos", por ello yo discrepo de los que dicen que no hace falta agradecer a la persona que nos benefició si hacemos el bien a otra. Esta idea me parece hoy por hoy algo acomodaticia, yo prefiero que me reconozcan y reconocer a su vez, lo otro es filosofía budista o simplemente dejadez. Y lo dice una que tarde se ha dado cuenta de la necesidad de ser consecuentes, pues antes he dejado embarcado a todo un pueblo.
Pero bueno, como somos humanos, lo cual implica que somos torpes y tropezamos no dos sino más veces con la misma piedra, y existe eso que se llama el arrepentimiento y el perdón y la segunda oportunidad, terminamos aceptando pulpo como animal de compañía, somos tolerantes a la hora de juzgarnos (menos mal, ya que somos tan imperfectos) y nos permitimos intentarlo de nuevo, aunque no hay que olvidar que el daño queda. Eso no hay que olvidarlo.
Dicho esto voy a lo que iba, que como siempre me pasa, me he ido por las ramas.
Recientemente, el destino me ha puesto en el camino a una persona, para que yo la ayude del modo como no pude ayudar a mi vecino Fito. Sé bien que no necesariamente ha de haber una relación entre estos dos fenómenos, pero a mí se me antojó (vaya idea peregrina) que sería una buena manera de resarcirme, y también de aprender. Cuando una amiga me habló del caso de Catalina, una señora de 84 años que buscaba a alguien para pasar sus memorias al ordenador y editarlas, no me lo pensé dos veces y fui a su encuentro. No sabía ni cuánto pagaba, pero no me importó. El simple hecho de poder acceder a esta fuente de experiencias me bastaba para sentirme recompensada, y de paso la ayudaba, o sea, un negocio redondo.
Pero sucede que lo que comenzó como un divertimento ha cobrado vida propia y el libro de la vida de Catalina me está haciendo reflexionar sobre mi propia vida, aclarar mis dudas, ponerme frente a mis fantasmas. Como si de un alter ego se tratase, la historia de esta señora de 82 años que se llama igual que mi abuela me recuerda mi propia historia. Salvando diferencias -que las hay y muchas- hay en sus páginas una angustia vital, una inquietud, una pasión, que nos identifican y que me llevan a pensar que nada es casualidad, que todo está conectado, y que tengo razón al darle importancia a estos pequeños detalles.
La señora Catalina se ha revelado como una hábil narradora, además de una escritora prolífica con una vida más que interesante. En ese aspecto la encomienda está cumpliendo su objetivo, sobre todo porque entre col y col ya me ha pasado dos novelas suyas que he devorado con verdadero placer. Su estilo no es el que más me gusta pues es algo barroco y por momentos cursi, pero sus vivencias son intensas y su frescura también lo es. Este descubrimiento me ha llevado a preguntarme cómo es que existen tantos escritores desconocidos. ¿Acaso cada uno de nosotros duerme con un manuscrito debajo de la almohada? De lo que no me cabe duda es de que cualquier hijo de vecino, si quisiera, podría contar su vida, y en cada vida podríamos encontrar algo interesante.
Le pediré a Catalina que me deje publicar algo suyo en el blog. Hay pasajes de gran belleza.

lunes, 9 de noviembre de 2009

De escritores desconocidos. Un pequeño homenaje I

Hace dos semanas murió Fito, mi vecino escritor. Su muerte me hizo reflexionar, por injusta. La muerte siempre es injusta pero en el caso suyo lo fue mucho más. Su historia es un cuento sin moraleja, una broma de mal gusto, pobre Fito. No fui a su entierro, pues la nuestra había sido una amistad de pocas horas, no obstante si me preguntan, contesto que lo consideraba un amigo, me dijo tanto con su mirada en las últimas ocasiones en que nos cruzamos... Pero voy a empezar por el principio pues sino no lo van a entender.
Fito -hasta hoy no conozco sus apellidos-, era un señor con aire distinguido que rondaba la cincuentena cuando sufrió un accidente cerebrovascular. Bebía mucho, según tengo entendido. Yo lo conocí poco antes del accidente en la fiesta de cumpleaños de mi vecina y amiga Inma, en la playa de Illetas. Por entonces yo le había pasado unos poemas a mi amiga y ella, al parecer, se los había dado a leer, así que en un momento de la noche surgió el tema y me dio su opinión sobre mi obra, que le había parecido inmadura -algo en lo que yo estuve de acuerdo cien por ciento, por algo a aquellos versos los había titulado "Poemas adolescentes"-. Recuerdo que me dijo: "huye de la rima, no busques la rima", y tuve que explicarle que a mí la rima me buscaba a mí, que sin quererlo, y gracias a mi oído, las cosas me salían con un ritmo interior, cuando no directamente con rima, lo cual me causaba no pocos dolores de cabeza, pero que en el futuro trataría de evitar este tic.
El fin de semana siguiente, si mal no recuerdo, ya a Fito le había dado el Ictus. Lo recuerdo tan claramente porque me impactó pensar que justo unas horas atrás yo había estado charlando con él, y me había enterado de que vivíamos en edificios cercanos, a menos de 30 metros el uno del otro. Pasó como un mes durante el que estuvo ingresado -el suyo fue un ictus bastante severo- y un buen día me lo encontré sentado en un murito tomando el sol a las puertas de su edificio. Reconozco que me dio pena verlo así, desvalido, después de haberlo conocido en plena forma apenas un mes atrás. Lo peor no era su andar rengueante, que ya era penoso, pues para andar veinte metros bien podía tardarse 10 minutos auxiliándose con un bastón. Lo peor era la incapacidad casi absoluta que tenía para comunicarse. Triste, muy triste me quedé cuando lo ví angustiado al no poder hablarme más que con la mirada, que de súbito -noté- se le había tornado más expresiva. Entonces me pareció tan cercano... mucho más que la vez anterior.
Pero cuando verdaderamente el corazón se me encogió fue al notar que no podía organizar en palabras sus pensamientos: su mente se había vuelto caótica y por alguna extraña razón era incapaz de deletrear una palabra, mucho menos de escribirla. Al parecer sabía lo que quería expresar, pero no cómo hacerlo.
Y lo que ese día quería transmitirme era su alegría porque le iban a publicar un libro, "La madriguera del arlequín" iba a llamarse y era una novela. Tuve que deducirlo después de que me extendiera una crítica que le habían hecho, y que aún conservo. Más que crítica ahora que la he releído me doy cuenta de que se trata del comentario de un lector de editorial, un comentario bastante favorable, dicho sea de paso. Y lo felicité, y nos reímos los dos de lo difícil que estaba resultando la comunicación, para quitarle hierro al asunto, pero yo me fui a casa demolida. No poder hablar ni escribir me pareció el castigo más grande que un ser humano pueda recibir, mucho más si se trata de un escritor.
Pasaron un par de años y continué viéndolo, ya en el barrio, ya en el café "Tú y yo" que queda cerca de casa, del cual era un habitual. Siempre que nos encontrábamos yo notaba como se le iluminaba la mirada: éramos cómplices del delito de soñar. En todo el bar no había otra persona que supiera que él era escritor, un gran escritor, autor de una novela que un crítico catalogó como "una novela que no esconde las vísceras ni ahorra desencantos, impotencias y críticas... una novela a contracorriente".
En nuestros posteriores encuentros Fito había evolucionado y aunque seguía sin poder hablar, ya podía escribir en una libretita y con mucha lentitud palabras sueltas, lo que unido a una profusa gesticulación que había desarrollado, hacía perfectamente posible un diálogo con él. Una vez, en el bar, hablamos de la prensa; yo leía el Diario de Mallorca y él me lo señaló y me dijo que él también lo leía, y que prefería éste al Última Hora, que por su cara de asco noté que no le gustaba demasiado. "Tampoco a mí -le dije- es una mierda de periódico, muy sensacionalista y local", se echó a reír. Estábamos en la misma cuerda.
Otra vez le presenté a mi amigo Antonio, que aquel día estaba de resaca y por tanto tenía cara de pocos amigos. Le dije: "Antonio, este es Fito, un gran escritor y un buen amigo", mientras que a Fito le dije: "Este es Antonio, un poeta excelente al que quiero que conozcas". Lástima que Fito se tuvo que ir. Su madre, una señora octogenaria que cuidaba de él, había venido a buscarlo en su coche al bar donde continuaba poniéndose ciego de cervezas a pesar de la prohibición médica.
Mis poemas nunca superaron su censura, debía tener razón, yo misma aún no los apruebo. Recuerdo que cuando compilé el volumen al que puse por título "Oscuras conclusiones", le dejé una copia para que les echara un vistazo. Cuando me los devolvió su expresión no era del todo aprobatoria, y con la mano hizo un gesto como de decir "más o menos". Me señaló una estrofa que no le había gustado y entendí que la había encontrado muy obvia, le faltaba poesía a mi poesía, eso lo sabía yo, por eso no me disgusté con su crítica, al contrario, aprecié su sinceridad pues bien hubiera podido mentirme para endulzarme el oído. Aunque en el fondo la poesía sea una cuestión de gusto, y el suyo al parecer distaba del mío, lo cierto es que no se podía ignorar la historia de la literatura como yo lo estaba haciendo. Había que leer a los mejores, leer poesía. Claro que todo esto no me lo dijo sino que yo lo rumiaba desde hacía tiempo, y al notar su expresión grave me vino de repente a la mente.
Pobre Fito, solitario y apartado del mundo, y sin poderse comunicar. Sin embargo en los últimos tiempos estaba logrando pequeños progresos, andaba más rápidamente, escribía palabras sueltas con pésima caligrafía, pero su mejoría era tan lenta que cuando supe la noticia de su muerte en el fondo me alegré por él. Nadie merecía vivir así. Me dio mucha tristeza pues sabía que ya no iba a ver más a ese amigo que se alegraba tanto de verme y con el que podía compartir instantes de comunicación inteligente más allá de las palabras. Ahora me pregunto por qué no lo visité, por qué me paralizó la lástima y el miedo a ver de cerca su sufrimiento, quizás hubiera podido ser su amanuense, pero yo estaba metida en mi propia historia, demasiado ocupada con mis asuntos existenciales como para hacer ese acto de amor. Qué lástima por mí que no lo pude ayudar, a un ser tan bello, sí, porque era bello, sus ojos y su sonrisa lo delataban. La enfermedad, curiosamente, lo había llenado de humanidad y de una simpatía tremenda, aunque quizás lo estoy idealizando pues nunca llegué a saber cómo era en realidad.
Y como si de una señal se tratase, el otro día mientras organizaba mis papeles me encontré la nota titulada "Algunas impresiones sobre La madriguera del Arlequín", que no está firmada por nadie, y no he podido evitar dedicarle este pequeño homenaje. Me gustaría leer la novela, aunque creo que aún no se ha publicado, al menos en Internet no aparece nada aún. Creo que pasaré por su casa, si el miedo que le tengo a la muerte, y a encontrarme con su madre octogenaria, me lo permiten. Ya les diré qué tal.

In the mood for Wong Kar Wai








Hace poco volví a ver estas películas de una belleza exquisita. Desde entonces no puedo dejar de escuchar estas melodías. Son de lo más hermoso que he escuchado en mi vida. A quienes no hayan visto el cine de Wong Kar Wai les recomiendo que no dejen de ver estas tres (la última es un corto que forma parte de una trilogía llamada Eros), son espectaculares.

domingo, 8 de noviembre de 2009

Injusticia a la vista

Hoy me enteré de que habían secuestrado y maltratado a Yoani Sánchez, y a los otros blogueros que se disponían a participar en una manifestación pacífica contra la violencia. Me da mucha rabia que sucedan estas cosas. ¿Cuándo seremos un país civilizado? Quizás nunca, qué pena. Yo ya no sé qué esperar de mi país, qué nueva y desagradable sorpresa me deparará este país agonizante, subdesarrollado y violento donde nací. Pero hoy lo siento más que nunca: Cuba ya no es el país de mi infancia. Ese otro, maravilloso quedó atrás, en mis sueños. Ahora sólo veo miseria y abandono. Qué pena me da por sus habitantes, por toda la gente buena que vive allí que no tiene la culpa de tanta sordidez. Paciencia y entre tanto a seguir desenmascarando a estos sinvergüenzas que son los verdaderos culpables de la triste realidad.