domingo, 10 de junio de 2007

Un día de domingo

Así se llama una canción brasilera que me gusta mucho, y yo al parecer estoy hoy experimentando todos los síntomas de tristeza dominical.
Pero no pasa nada, me digo a mí misma para darme ánimos, mañana será lunes y estarás perfecta e ilusionada con la vida que te aguarda, suponiendo que así sea.
Cuántas cosas están atascando mi felicidad... mejor dicho, ¿cuántas cosas están atascando mi felicidad? No lo sé, es una cuestión subjetiva que, en todo caso, no conviene exponer aquí, porque de hacerlo habría que remontarse a la historia de Cuba, y no me apetece sacar aquí viejos rencores.
Más bien voy serenándome a medida que escribo, otra vez utilizo la escritura como terapia, lo siento, pero es el mejor arma que conozco. La otra es dormir, pero eso ya lo he hecho.
¿Por qué me encuentro triste? Una vez escribí un poema que comenzaba así:

Agonizo por las noches
agonizo
de insomnio
de café
y de recuerdos.

Sufro el dolor ajeno
me duelen los porrazos
que no tocan mi piel.

¿Por qué me siento triste?
¿Acaso por aquellos
que nunca ven la luz?
¿Por todas esas vidas
que pasan por el mundo sin saberlo?
Sin que el mundo se entere
que ha servido de abrigo
a seres que respiran
y sufren y vomitan
fornican y se ríen, cantan, juegan?

No era un buen poema, pues como de costumbre me fui "por los cerros de Úbeda", pero esa idea inicial creo que estaba bien, pues es cierto que yo sufro el dolor ajeno, y a veces me siento triste pensando en la tristeza de los otros. No es que quiera venderme aquí como la más solidaria, que no lo soy ni mucho menos, pero eso sí, predisposición para la tristeza tengo para comer y para llevar, será algo hormonal. ¿Que hay que ponerse triste? Búsquenme a mí, la tristeza siempre me encuentra cuando llama a mi puerta. ¿Qué hay que llorar? Pues ahí que vamos. Somos inseparables, mi tristeza y yo.
Pero bueno, ya sé que esto no es importante, así que cambiemos de tema.
Un tema como, por ejemplo, el apego de la gente a sus rutinas y el miedo que tenemos a perder el control sobre las cosas. La gente, empezando por mí, por eso mismo, como me afecta, quiero hablar de ello.
Dicen los budistas que el apego es una de las causas del sufrimiento, yo estoy de acuerdo, aunque discrepo de ellos en eso de no sentir apego por las cosas, puesto que no me parece natural. Los seres humanos somos como otros animales, en el fondo. Marcamos el terreno, vamos delimitando nuestro espacio y con ello dejando constancia de nuestro poder. Es un comportamiento natural, como lo es, para mí, el comer carne, puesto que estamos hechos para ello, otra cosa es que voluntariamente nos obliguemos a no sentir celos, a no tener demasiado amor por las cosas materiales, a no comer tanta carne, porque todo eso nos hace daño. Pero no hay que olvidar que la bestia está ahí, acechando.
Por eso sonrío y miro hacia otro lado cuando noto en alguno de mis congéneres una debilidad de este tipo, y es que en el fondo todos necesitamos sentirnos seguros, tener la ilusión de la seguridad.
Sin embargo yo cada vez lo tengo más difícil para entusiasmarme hasta el punto de creer ciegamente en algo, ninguna ideología me inspira suficiente confianza como para descansar sobre ella. Ninguna tierra me parece ya mi tierra. Soy una paria, ni mi casa, ni mi cama, ni el planeta me parecen seguros ni, por supuesto, de más está decirlo, míos.
Qué malo es esto que dentro del catálogo de las ilusiones representa la ilusión de ser una conciencia despierta, algo que quizás no sea más que un delirio, pero que quita el sueño como una enfermedad real.
Tristeza retrospectiva, futurista, comprensiva de todas las tristezas de mi alrededor, de aquellas con las que me identifico, soy un limpiapeceras de tristezas, un agujero negro que atrae toda la tristeza de este mundo.

Creo que este domingo me ha sentado mal.

Pensándolo bien, ya que soy así de sensible, voy a tratar de captar las alegrías, como si cambiase de canal, a lo mejor soy tan feliz que paso a llamarme "doble felicidad", como un restaurante chino que hay o había aquí en Palma.
Por supuesto, desvarío ¿esperaban otra cosa?

No hay comentarios: